Manganeso pertenece al grupo 7, metales
de transición. Su nombre procede del dióxido de
manganeso, también llamado “manganesa o pirolusita”, que
antiguamente se llamaba “magnes”, cuyo significado es imán, ya
que se confundía con la magnesita. Este elemento no se encuentra puro en
la naturaleza por lo que se obtiene de la Manganesa o Pirolusita
(MnO2), de la Hausmannita, de la Manganomelana, de la Rodosita y de
la Manganita o Rodonita. Además es sólido. Es similar al
hierro en aspecto, aunque más duro y quebradizo. Se han encontrado nódulos marinos con
grandes cantidades de manganeso. Los países que más yacimientos de
minerales con manganeso tienen son Sudáfrica, Ucrania, Bolivia y
China. Es abundante en la naturaleza; supone
el 0,095 % en peso de la corteza. Tiene distintos usos; por ejemplo, a la
gasolina sin plomo se le añade un compuesto de manganesa para
reducir considerablemente el traqueteo del motor. También se emplea
en las baterías desechables, para fabricar pinturas y, en algunos
países para hacer monedas. Es un material esencial para producir
acero y hierro. Además se crea una aleación de manganeso con
aluminio para obtener un metal más resistente a la corrosión. El
óxido de manganeso se emplea para oxidar alcohol bencílico y
también se suele añadir al vidrio. El dióxido de manganeso se
emplea para procesar el oxígeno y el cloro. Es esencial ingerir una diminuta
cantidad de manganeso al día, ya que ayuda en la síntesis de la
vitamina B1. Sin embargo estar expuesto a polvo, vapor o compuesto de
manganeso puede producir trastornos nerviosos y digestivos graves, ya
que es muy tóxico. Además el permanganato corroe las mucosas. En 1774, J.G. Gahn consiguió aislarlo
haciendo una reducción del óxido con carbono.
Sin embargo el sueco Scheele fue el
primero en describir al manganeso como un elemento. Como curiosidad se puede añadir que
en muchas pinturas rupestres se ha encontrado manganeso ya que se
empleaba por su pigmentación negra.
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